La divulgación del cómic entre los jóvenes. Un camino de descubrimientos.
Me gusta compartir y aprender. Y lo hago siempre que puedo: dibujando (es un viaje perfecto para descubrir (me)), publicando (me conecta con la gente), haciendo los vídeopodcasts ( es muy enriquecedor)….y divulgando el mundo del cómic con talleres y cursos, dónde vivo experiencias sorprendentes. Si no, no lo haría…
En este artículo me quiero centrar en la divulgación con los y las jóvenes.

¿Qué me aporta? El contacto con la espontaneidad. Cuando me presento y enseño mis cómics publicados me preguntan: “¿Te pagan?, ¿Me lo puedo leer? ¿Me lo dedicas? ¿Desde cuando dibujas? ¿Cuanto tardas en hacer una página? Se nota que te apasiona….”
Personalmente también me aporta leer y analizar los cómics pensando en cómo compartir lo que veo y siento. Es otra dimensión, salir un poco de ti para hablar con los demás, o justamente hablar profundamente contigo para tener más claro lo que quieres transmitir. Y finalmente es una fuente inagotable de ideas que no me espero, me hacen estar despierta en cada conversación que se abre en la que hay en juego los bagajes y visiones de cada participante.
¿Qué aporto? Esta mirada llena de sorpresa y curiosidad de nosotros y del mundo. La juventud la tiene, pero la vamos perdiendo, e intento recordarles que no les pase a ellos. De esta manera nos hacemos preguntas y, intentando responderlas, es cuando viene la creación.
¿Qué pasa en los talleres? Mucha magia, mucha química. Sea un grupo de 25 jóvenes de un instituto (cansados de estar horas encerados, quietos y callados, la mayoría de negro y no muy comunicativos entre ellos o al contrario muy exaltados y movidos volviendo del patio), sea un grupito de 10 chicos y chicas que no se conocen y con cierta timidez, o 5 chicas que se presentan a un concurso de cómic, en presentaciones… En todos los casos hay una transformación, todo el mundo acaba aportando su visión y el espacio se llena de emociones.
Me quedo con dos momentos concretos. El momento de interpretar las escenas que vamos leyendo. A cada uno nos parece que debe haber un mensaje único y en los talleres compruebas una vez tras otra que, afortunadamente, hay muchas opciones.

Si os pido que penseis qué os hace sentir esta imagen (“No hay color” de mi cómic “Un poco de humanidad”), ¿Qué os viene en mente? Cuando lo planteo en los talleres dicen: “El niño se siente solo, triste”, “Nadie le hace caso porque los adultos están pegados al móvil”, “todos están apagados en su mundo menos el niño”, y una de las jóvenes dijo: “es que el pobre niño está triste porque no tiene móvil”.
Os propongo otras escenas con opciones por si quereis compartir con lo que sintieron algunos/as jóvenes:

Del volumen 1 del cómic Heartstopper de Alice Oseman: “La incertidumbre del amor. Con amor vivirás grandes emociones”.
De Manolito, de Mafalda que no ha entendido nada desde Marzo: “La falta de comunicación en la enseñanza. El sistema educativo deja a muchos chicos y chicas al margen”.


Del cómic “El espíritu del bosque”: “Ábrete a nuevos mundos y verás la vida con más luz. La adolescencia es dura, pero sigue andando.”
Otro de los momentos mágicos de los talleres es en el proceso creativo. A menudo las personas empezamos a pensar en la historia sin mucho orden, con impusos que no sabemos muy bien de dónde nos vienen y a dónde nos quieren llevar. Trabajamos mucho el mensaje que queremos que nuestra historia transmita. Cada uno busca entre sus experiencias y pensamientos qué quiere transmitir, lo redactan, lo compartimos y buscamos personas con inquietudes similares o complementarias para formar grupos creativos para empezar la aventura de crear unos personajes (normalmente son chicos y chicas, que a veces se llaman como ellos mismos), un contexto y un argumento.

Hay momentos de desánimo, de desconcierto. Y me encanta el momento en que las caras se iluminan y se ve un trozo del camino a seguir. Aquí teneis una de las conversaciones que tengo con ellos en alguno de los momentos críticos:
Grupo: Va de un perro que va a buscar la pelota y cuando pasan diez minutos el amo va a buscarlo y la pelota ha ido a casa del vecino…
Yo: Ah, entonces allí se encuentra con su perro
G: No…
Yo: ¿Y la pelota?
G: Tampoco, el amo encuentra la pelota que aún está rodando...
Yo: Si la pelota ha rodado durante 10 minutos debería estar muuuuuuuuy lejos…¿Y por qué huye el perro?
G: Se va a otra casa, va al bosque, se pierde…
Yo: ¿pero, qué mensaje quereis dar? Quizás el perro le guste más vivir en la naturaleza...
G: Claro, podemos enseñar todas las cosas que le pasan en la ciudad. Es que el perro vivía en una casa de campo con una pareja, pero lo dieron en adopción porque no podían pagar la comida….
Yo: Ah, pués podría ser que el perro volviera a esa casa…(y reflexionan qué es mejor para el perro…)
G: Quizás le busquen una casa adoptiva en la naturaleza.
Yo: Así pués la idea temática puede ser que los animales deberían vivir más cerca de la naturaleza. Puede ser una historia ecologista.

Van entendiendo que el proceso será canviante, que lo mejor que puede pasar es que la historia final no se parezca mucho a la inicial que habían previsto. Esto querrá decir que han hecho un camino rico y profundo, lleno de aventuras y aprendizajes.
Quiero agradecer al Instituto Salvador Espriu de Barcelona por la apuesta que está haciendo con el cómic, y dónde hago un proyecto “Diseñando viñetas, abriendo nuevos mundos”. Y a la coordinadora del plan de lectura, Nanda Alemany, entusiasta hasta la médula y que incentiva incluir el cómic como una alternativa más de lectura. Talleres de lectura de cómics, aquí por ejemplo con jóvenes de 15-16 años.
Y evidentemente, agradezco el trabajo de las redes de bibliotecas, instituciones culturales y todo colectivo que ve el cómic como una parte de la cultura que nos enseña y nos hace sentir mucho. ¡Yo me apunto siempre!